Por Daniela Leiva Seisdedos
Adoctrinamiento es una palabra muy dura. La educación que se imparte cada día, en cada aula de nuestras escuelas, tiene que estar vinculada a la libertad. Educamos para ser autónomos, no para ser peones de ajedrez. La educación, como política de Estado; la escuela, como institución: toda la comunidad educativa debe enseñar a pensar por sí mismos a los alumnos, prepararles para ser autosuficientes. Nuestro sistema educativo no puede estar orientado la conversión de los actuales alumnos en futuros «rehenes democráticos”.
¿El adoctrinamiento reemplaza a la educación?
No podemos olvidar que la educación persigue enseñar a pensar, no imponer qué se debe pensar.
La dicotomía educación-adoctrinar siempre está latente, es una herramienta fácil para los enanos fascistas que llevan muchos –aún hoy– dentro de su ideario.
La primera parte de esta dicotomía conlleva ‘impartir conocimientos’ (educare); y ‘extraer del individuo aquello que trae por naturaleza’ (ex ducere). En cambio, la segunda parte implica sólo incorporar ideas de tal o cual principio y predilección. La segunda crea ciudadanos rehenes.
A diario me pregunto:
– ¿Dónde queda el hombre si no se educa?
– ¿Dónde descansa el avance de la humanidad si no nos educamos?
– ¿Qué esperamos de ella actualmente?
En los últimos años, en nuestro país, se ha acentuado el cuestionamiento a los que educamos desde cómo lo hacemos hasta cómo nos preparamos, puesto que –sin duda– todo lo que hacemos en nuestra profesión repercute en el grueso de nuestra sociedad.
Adoctrinar es manipular
Benito Mussolini gustaba de decir: “Educar para Controlar”.
Educar o Adoctrinar: ¿Cómo saber cuándo se hace una cosa y cuándo otra? ¿Se pone la escuela al servicio de las personas y de la sociedad, o forma parte de un sistema que va en su contra?
Recordemos siempre que por la fuerza, no se imponen:
– Ni las ideas.
– Ni la manera de vivir.
– Ni los valores.
– Ni la religión.
Elijamos educarnos
Todo lo contrario, elijamos con libertad, prudencia y responsabilidad. Elijamos educarnos. A veces, me pregunto si educamos para la libertad o para la violencia del pensamiento, para agredirnos; pues la violencia se aprende y lo que es aún peor, una vez aprendida se reproduce sin el más mínimo adarme de remordimiento o planteamiento moral.
En Argentina y en otros muchos países de América Latina, es una tragedia pensar distinto, sentir distinto, formar distinto; y, lamentablemente, en esto siempre está presente la educación, la escuela, esa «caja de resonancia» de nuestra sociedad.
El adoctrinamiento –muchas veces– se disfraza de educación, ahí sí se convierte en un arma poderosa para destruir, para dominar mentes.
Las ideas las tenemos que tener y cultivar todos, pero también todos tenemos que dejar que nuestros alumnos sean libres, que tengan herramientas para esa libertad.
El adoctrinamiento es estructural: Los libros y programas que forman el sentido común de la educación imponen una visión de país, de sociedad, de ciudadanos, de política, de cómo nos presentamos al mundo.
Adoctrinar es: Transmitir una doctrina a una persona para que la haga propia, compuesta por ideas o creencias defendidas por un individuo o un colectivo, esta es la definición del diccionario.
Illia y Frondizi, una educación crítica y comprometida
Una educación crítica y comprometida con el entorno es justamente lo contrario del adoctrinamiento.
Yo soy profesora de Historia, hablo desde este lado: Si uno enseña historia de la década del 60 en Argentina, por ejemplo, no hay casi contenidos en los libros de las presidencias de Frondizi e Illia; no hay, se olvidaron.
¿Acaso no alcanzaba la plata para más papel? A nadie le importa que Illia, por ejemplo, posibilitó la sanción de la ley de Salario Mínimo Vital y Móvil; claro, Illia era honesto y la honestidad parece ser un valor que no consideran relevante quienes diseñan los programas educativos, ¡bah! otra cosa no se me ocurre.
De Arturo Frondizi, ¿qué podemos decir? Durante su gestión de gobierno, la educación tuvo un peso significativo en el Presupuesto Nacional.
– En el año 1963, su participación era del 12%, en el año 1964, del 17%, en el año 1965, del 23% la mayor en nuestro país hasta ese entonces.
– El 5 de noviembre de 1964 se puso en marcha el Plan Nacional de Alfabetización, con el objetivo de disminuir la tasa de analfabetismo que para la época se estimaba en poco más del 10% de la población adulta.
– En junio de 1965 el Programa contaba con 12.500 centros de alfabetización y su tarea alcanzaba a 350.000 alumnos de 18 a 85 años de edad.
Sí tuvo errores –quizás mantener al Peronismo proscrito–, pero… un dato: Todos estos presidentes fueron depuestos por un golpe militar, esos golpes con cómplices “civiles” que tanto asolaron a mis país en el siglo XX.
Falleció en solitario, sin honores como si no hubiese estado en Buenos Aires en 1994.
Luego de casi 4 años de gobierno, pudo esgrimir los siguientes resultados:
– En 3 años de gobierno la producción de petróleo y gas aumentó en 150 %.
– El consumo de acero saltó de 94 kilos por habitante en 1958 a 115 en 1961.
– El consumo de cemento aumentó en 20% entre 1958 y 1961.
– En el mismo período, aumentó en 17 % la producción de energía eléctrica.
– La red vial se incrementó en 10.000 kilómetros.
– La producción industrial aumentó en 10 % entre 1958 y 1961, cifra extraordinaria si comparamos el 16% de aumento que ocurrió entre 1948 y 1958, período 3 veces más largo.
– En 1958 se construyeron 10.000 tractores, en 1961 25.000.
El adoctrinamiento impone la tesis y los valores, y los inocula de manera compulsiva.
Como docente, y a la vez como madre, debo permitir que mi hija Clío desarrolle sus propias opiniones sobre el medio que le (nos) rodea, quiero que la libertad nos permita vivir una educación que pretenda enseñar a pensar, y que no determine qué se debe pensar.
Educar es, y siempre debe ser, un pensar más en el otro, en su futuro y en su desarrollo antes que dar prioridad a la técnica que se transmite.
Paulo Freire afirmaba: «Se debe construir el conocimiento desde las diferentes realidades que afectan a los dos sujetos políticos en acción, aprendiz y maestro».
Fuente: INED21.com