Por Marcelina Panivina
No soy ninguna fanática del fútbol, pero si debo decir que me involucro desde el alma misma cuando se trata de ‘La Roja’ compitiendo en campeonatos tales como La Copa América. Estamos de fiesta y hemos celebrado con la alegría que nos depara nuestro fútbol en estos días.
He visto todos los partidos donde ha jugado ‘La Roja’ y aunque esto se trate de una fiesta deportiva popular, no puedo dejar de observar a esos seres humanos que se develan en estos jugadores y personajes de camisetas rojas y pantalón azul, en medio del fulgor en la cancha.
No es mi intención aguar la fiesta, pero me llama la atención, por ejemplo, como un ídolo nacional, ‘El rey Arturo’, es convertido en ciudadano intocable, sin importar lo malo y lo feo que haya hecho. Después de todo, el ‘Rey’, por el sólo hecho de ser rey, merece el perdón del pueblo? A pesar de sus disculpas y lágrimas de arrepentido, yo, al menos, me quedé con la bala pasada…¿habemos, en este Chile de hoy, ciudadanos juzgables y ciudadanos no juzgables en el terreno de haber transgredido la ley que, se supone, es igual para todos? Lo digo porque me inquieta la liviandad y la falta de probidad con que se está aplicando la vara de la justicia a estos ciudadanos “especialesâ€, llámense políticos, empresarios, futbolistas u otros, versus los ciudadanos corrientes, al fin y al cabo, todos nacidos en esta misma tierra.
¿Dónde y en qué minuto se nos perdió nuestro proverbio popular tan acudido “la ley pareja no es duraâ€?
Desde otra perspectiva, también me llama la atención otro jugador de La Roja, ‘El Pitbull’, Gary Medel. Medel se ha convertido, para mí, en el héroe popular de esta fiesta Copa América. ¿Por qué? El ser humano que se devela en este jugador, ha sabido evolucionar y crecer como persona. El se ha convertido, para miles de chilenos de todas las edades, en un ejemplo vivo de seguir e imitar. He venido observando al ‘Pitbull’ y he notado su poder de transformación en su trayectoria como profesional del fútbol que, de un jugador rudo, brutal, a veces hasta violento y sin control, se ha sabido convertir en una persona – jugador de elite, ejemplar.
Lo hemos visto cambiado, evolucionado. Ahora es el, quien desde su fortaleza ruda y su gran temple, ha sido capaz de movilizar a todo su equipo, pero al parecer, ha decidido que su equipo evolucione también, llevándolos hacia conductas y acciones que les sirven a todos.
Cómo moviliza a sus compañeros, espontáneamente, para saludar y agradecer a su público con el fin de reconocerle su apoyo dentro y fuera del estadio. El jueves pasado me conmovió observarlo en una conducta de contención hacia sus propios compañeros para evitar que éstos cayeran en el juego al que intentaban arrastrarlos sus contrincantes uruguayos. Me inspiran su valentía y su temple. Basta observarlo cantando el himno nacional, conectado con su orgullo, su pasión y su garra. Por otro lado, con su particular â€chispezaâ€, cómo se da hasta el gustito de arremeter su propio gol en el partido con los bolivianos. El se ha convertido en un grande a quien miles lo siguen y miran.
Inevitablemente, esta reflexión me lleva a hacerme algunas preguntas. Así como “El Gary Medel”, ¿Por qué no…cada uno? ¿Acaso no nos encontramos ya en el fondo del pantano, en una crisis social en donde ya no sabemos reconocer los límites de la ética y la moral, ni tampoco sabemos reconocer la autoridad que nosotros mismos hemos otorgado a aquellos que intentan aplicarla? Algunos ejemplos: Padres de familia, profesores, políticos, fuerzas del orden público, etc. etc.
Si miramos esta crisis con los lentes de lo posible, ¿no es este momento uno de esos momentos propicios para un punto de inflexión?
Estamos enojados y rabiosos como sociedad, la furia aparece cada día en cualquier rincón de nuestro país. Pero, ¿podemos cambiar esto?…Yo creo que sí, y ese cambio puede comenzar tan sólo en el observar a estos héroes populares que si han cambiado sus vidas y con los cuales es posible que nos miremos en el espejo; porque estos héroes ¿de dónde salen? Ellos surgen de la realidad cotidiana, de la crudeza y la rudeza de la vida de millones. Héroes como el ‘Pitbull’, ‘el Niño Maravilla’, Claudio Bravo, hay muchos, es más, están en cada barrio de nuestra sociedad. No creo que sea tarea tan difícil. Si sólo nos detenemos a observar cómo se construye el respeto por un legítimo otro; comprender la importancia del cuidado de ese legítimo otro y si nos disponemos a aprender lo que es escuchar efectivamente a otro; serían a mi juicio, pasos gigantes para pavimentar una buena vida para todos.
La alegría, ahora, es momentánea y ésta se esfumará en medio de la neblina y el humo del invierno en nuestra ciudad, aunque yo insisto…la alegría también se puede construir y ésta puede permanecer en una sociedad construida desde las bases fundamentales de cualquier modelo democrático, tales como, el respeto por el otro, el valor de la diversidad y la buena escucha…Es cuestión de cambiarse los lentes con los cuales observamos la realidad.